La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia. Aristóteles

martes, 4 de agosto de 2009

El viejito preventivo


Hubo de llegar caminando, con extrema dificultad, no obstante haberlo hecho apoyado en un aparejo rodante, puede que hasta de última generación. Era blanco y rechoncho, el viejito, con acento de forastero, de escasa, corta e hirsuta cabellera, y con unos espejuelos de cristales, con grosores, como muy prohibitorios, para un tabique nasal humano. Estuvo sentado cerca de mí, asesando todo el tiempo, y como asombrado de los avatares callejeros. Hasta que llegara un transeúnte alto, delgado, y de amable actitud, quejándose risueño -¡vaya qué paradoja!- de que minutos antes lo habían timado con cincuenta céntimos (fuertes) en el vuelto de una compra al menudeo. Y el viejito, no obstante sus aparentes trabas, se fue de manera sorpresiva y con mucho más desempeño que cuando arribó, presumo que sospechando, que el viandante, era un sedicioso de postín… Y tuve que irme, también, e intrigado además, porque unas moscas imprudentes, fuera de temporada, y de manera incesante, harto me molestaban y amenazaban con pararse sobre mi shawarma. Dizque eran las moscas de la lluvia, me había dicho con aires poéticos, alguien allí, que lucía como el dueño, minutos antes, y a propósito de mi queja.

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