Aquella madrugadita, cuando me levanté de la cama alta y aporté el primer paso del nuevo día, me di cuenta que la chola derecha se había descuadernado debido a no sé qué evento que ocurriera mientras dormía con relativa placidez. Tomé conciencia de la incomodidad cuando me dirigí hacia el aseo cotidiano, lo que me obligó de inmediato a deslizar la averiada del pie derecho con su ruido premonitorio, haciéndome vislumbrar cierto futuro cercano e indeseable; pero, en el que nunca pienso, para evitar a todo trance ciertas sacudidas del corazón. Y, quizás continúe arrastrando esa chola, por algún tiempo más, hasta que se me convierta en rutina y me haga extrañar las nuevas que deba comprar, y que, volarán asidas como las anteriores, a mis ya desapasionados pies.
La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia. Aristóteles
martes, 4 de agosto de 2009
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