La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia. Aristóteles

viernes, 2 de octubre de 2009

Primer amor



     En un tiempo mismo la observaba. Eran tardes de sombras lisonjeras. Al pie de una subidita familiar, ubicaba, con intranquilas miradas, el compás de su caderamen atenuado. Y gozaba de su adusta elegancia callejera. La esquina roma me llamaba con quejido torturante e iba a esperar siempre su mirada de diosa triste. Tenía el cabello color montaña. Tomaba ella de la mano, al caminar, a los hijos de la brisa, y su boca se mostraba como una gran herida que llovía y llovía viajes. Me dejaba en la pituitaria su piel. Y ya lejos, se me transformaba en paisaje. Y hasta al día siguiente, moría yo. Y así muerto alcanzaba las nubes. Y bajaba otra vez a disfrutarla. Pero se mudó. Y no supe más de ella. ¡Qué necio parroquiano me la quitaría! Ando buscándola aún. Espero su aviso de ser mía. Y si no, la olvidaré. Tuve que olvidarla. Aún no la he encontrado. Y me estoy muriendo. ¡Oh Dios! ¡Qué castigo! ¡Cuánto tiempo!

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