La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia. Aristóteles

viernes, 2 de octubre de 2009

Segundo amor



     Íbamos a buscar columnas entre los juncales. Mixto era el grupo de inocencias supervisado por rectitudes. Un chubasco había irritado el terreno, poco amable ya, por sus demandas de aliento. Delante de mí un caramelo de carne envuelto en efluvios y ritmos, paralizaba mis ojos en sus tapizadas caderas de amables telas. Le escribía versos cansados cuando cada paso suyo dibujábame voluptuosidades. Regalábame a veces, en la cima, sonrisas ardientes con sus labios húmedos y despintados. La amaba en silencio. Pero mi niñez me impedía hablarle y decirle cosas, y expresábalas con travesuras. Llegué a pensar en besarla. La simpatía de su boca me llamaba a besarla, y ya no me contenía. Pero como Caramelito quedaría en mis símbolos. No la besé nunca. Y eso lo guardo en mi recuerdo como un imperdonable ejemplo de cobardía.



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